La Luna, llena

La Luna, llena

Reflexiones de una observación astronómica 06/2020

Hoy me levanté creyendo que iba a ser un día más de esos de trabajo, quehaceres y cotidianeidad. Supuse que tenía que disponerme a una rutina, por momentos involuntaria, que un poco me gobierna. Alguien me susurró en un mensaje que hoy tocaba Luna llena. También mi celular estaba repleto de notificaciones con el mismo aviso, gracias a todas las aplicaciones que tengo destinadas a la observación del cielo y las estrellas. Si bien todo parecía mejorar, no tengo una ventana ni balcón desde donde pueda ver este tipo de fenómenos. Los edificios, construcciones y árboles de mi cuadra, me privan de tamaña hermosura. Afortunadamente, mi novia sí dispone de una vista lo suficientemente abierta como para tener un par de horas de Luna y la suficiente altura como para no sufrir interferencias.

En su casa, mi casa en días como estos, tengo guardado un telescopio para estas ocasiones. Después de desensillar en su casa, lo primero que hice fue abrir la ventana y ponerme a armarlo. El momento en el que estaba listo y veía los primeros destellos de Luna en el telescopio, el llamado a la cena apareció casi como un castigo. Dejé todo preparado, enfocado y apuntando al lugar correcto mientras comía. A cada bocado me levantaba a corregir esos poquitos grados que se va moviendo a lo largo de la noche. Me dediqué toda la cena a acomodar el enfoque y el encuadre, con la esperanza de que nunca se acabe esa imagen. Cada vez que me levantaba y veía todo negro, correr a penas unos grados y verla aparecer de nuevo era como verla por primera vez. Me asusta pensar en la posibilidad de alguna vez, perder esa inocencia.

A veces los aficionados, nos obsesionamos tratando de conseguir el mejor plano, con el mejor telescopio y enfocar con perfección el cuerpo en observación. Somos culpables de perder de vista, que somos capaces de apreciar la inmensidad del Universo con nuestros propios ojos. Son poderes que bien podrían explicarse con una intervención divina. En realidad, creo que el estar hechos del mismo polvo es lo que nos hace percibir el Universo. En el fondo lo único que necesité esta noche de Luna llena para sentir que hacía un viaje espacial es un poco de comodidad, una ventana abierta, un vaso de vino y el brillo de siempre en los ojos. No pretendo ser un experto ni un científico, tengo miedo de perder el asombro. Pero sin duda agradezco a todos aquellos que dedicaron sus vidas y sus cuerpos a acercarnos un poco más las estrellas y los planetas a nuestra ventana. Desde Giordano Bruno hasta Carl Sagan, estoy sobre sus hombros, mirando el ombligo, los mares y cada cráter de la cara iluminada de la Luna.

Hoy pienso en cada una de las personas que van a viajar allí en el futuro, montar un asentamiento y forjar con sus propias manos el futuro de la humanidad. Deseo profundamente tener algo de suerte para, aunque sea, realizar un viaje turístico a esos asentamientos en lo que me quede de vida. Pero lo que más anhelo, es que cuando llegue el momento de ser una especie multiplanetaria estemos a la altura y tengamos la humildad necesaria.

Me alejo del telescopio más no de la Luna. La dejo por última vez ocupando el centro de la visual y la veo desaparecer lentamente como si se quisiera escapar. Antes de irme llegamos a un acuerdo. Volver a encontrarnos dentro de veintiocho días para dejarme sorprender y dejarse admirar.