Qué es la Ciencia?

Qué es la Ciencia?

Introducción

Estos escritos, pretenden ser un esfuerzo espontáneo y vertiginoso por comprender el rumbo de la humanidad. Es espontáneo porque no tiene ningún objetivo premeditado y es vertiginoso porque no tiene un trabajo de elaboración profundo, más bien es una especie de desahogo algo nihilista.

El título, para vincularse correctamente con el contenido, debería ser ¿Qué es la Ciencia para mí?. No obstante, adrede elegí dejarlo grandilocuente con la esperanza de que puedas preguntarte lo mismo que yo y en el mejor de los casos, acercarnos más a una verdad.

La verdad y las verdades

Pero, ¿qué es la verdad?. No es mi intención soslayar los mares de tinta que se han invertido en esta pregunta a lo largo de la historia de la Filosofía y otras disciplinas. Tampoco podría decir que quiero subirme a ese viaje que ya sabemos, sigue girando en círculos. Aunque sí creo que vale la pena hacerse esta pregunta, poniendo el foco en lo que llamamos Ciencia.

La Ciencia, a lo largo de su historia, siempre se jactó a sí misma como la disciplina más cercana a la Verdad, aunque sin lugar a dudas no fue la única. No obstante, en reiteradas ocasiones, vimos a la Ciencia contradecirse y desdecirse sobre temas menores y cotidianos, así como también sobre temas trascendentes y fundacionales. Entonces cabe la pregunta, ¿podemos confiar en la verdad de la Ciencia?.

Propongo acercarnos a una definición de Verdad. Una que venga desde la intuición y aquella en la que todos pensamos, creo, cuando debatimos al respecto. En esa dirección, podemos describir a la verdad como un conocimiento irrebatible, fáctico e inmutable. Por ejemplo, como diría Descartes, ya que podemos pensar, significa que existimos. Ahora podemos imaginar también, una pregunta que no podamos responder con el mismo nivel de certeza al menos por ahora: ¿Qué hay más allá del Universo observable?. Esto evidencia que hay verdades que podemos ensayar, intuir, pero no alcanzar. Algunas de esas son solo cuestión de tiempo para nosotros, otras tal vez nunca las podamos tocar. Pero hay una frecuencia más de la Verdad que me interesa rumiar: la verdad opinable. Es aquella que no podemos garantizar, ni tampoco estamos seguros si vamos a poder alguna vez como por ejemplo la existencia de Dios.

Estos tres niveles de verdades, son las que me interesa pensar hoy, sus usos y su relación con la Ciencia.

Observar y percibir

Existe la posibilidad matemática, filosófica y metafísica de que existan diversos universos paralelos o realidades dispares que coexisten en un mismo espacio tiempo sin percibirse entre sí. Esto significa que, aunque en nuestra percepción de la realidad uno, sumado a uno es igual a dos, eso no nos garantiza que en otra línea espacio-temporal el resultado sea otro, podría ser incluso diferente a un número. Entonces sabemos que hay verdades, como la existencia de Dios, que tal vez nunca podamos percibir. Pero si hay una existencia bien delimitada en la que sí podemos descansar sobre algún conocimiento científico. Se trata de todo aquello que, con nuestros recursos pudimos comprobar y sobre los que hay un consenso basto y extendido.

Es allí donde residen las verdades científicas. No en un estrato divino ni sobrehumano. La ciencia habita en las verdades que, bajo las reglas que aplican a nuestra forma de existencia, podemos defender con pruebas hasta que se demuestre lo contrario.

Siendo más concreto, hay afirmaciones que podemos tomar como verdaderas, siempre y cuando limitemos la Verdad a nuestra propia frontera existencial. Podemos confiar, por ejemplo, en que el cianuro es mortal en determinada cantidad para la vida y esto es gracias a la Ciencia. Aunque tal vez la Ciencia, nunca nos pueda decir si existe otra dimensión en la que los seres vivos se curan o nacen gracias al cianuro.

Sin embargo creo que hay tópicos en los que la Ciencia puede inflar el pecho y hablar de Verdad aunque sea únicamente válida en nuestra cosmovisión. Entonces creo, que la Ciencia tiene sentido, como disciplina en búsqueda de la Verdad, mientras no perdamos la conciencia de sus límites ni de los nuestros.

La investigación

Como dije anteriormente, creo en cierto tipo de Verdad que aún no hemos alcanzado pero confío en que lo vamos a hacer. Puedo pensar por ejemplo, en la vida en otros planetas o en la existencia de otras formas de vida inimaginables para nosotros. Son preguntas binarias, con dos posibles respuestas válidas. Preguntas que, hasta que no alcancemos una respuesta verdadera tendrán que sufrir la existencia de dos verdades en simultáneo. Estas verdades opinables son aquellas sobre las que podemos debatir, incluso posicionarnos pero en la intimidad, nunca podremos tener la tranquilidad de haberlas alcanzado. Ahí es donde habita la Ciencia como una forma de vida, como una pseudo moral más que como una doctrina. La moral de la supervivencia, que nos impulsa a conocer cada vez más sobre el mundo que nos rodea con la única intención de, alguna vez, tener la tranquilidad de estar definitivamente a salvo.

Esta forma de Ciencia no es todopoderosa ni sólida, por el contrario es humilde y cabizbaja. Por lo tanto, siempre habrá científicos que corran detrás de estas verdades y debemos apoyarlos, son ellos los que nos muestran el rumbo correcto para la civilización que queremos construir.

El poder en la Verdad

Finalmente creo firmemente en la manifestación de verdades que están ahí pero que nunca veremos. Digo nunca, con la conciencia de que alguna vez quizás, encontremos el modo de acercarnos. Estas son verdades que tienen un estado estable en el largo plazo y podemos calificar como eternamente opinables. Una de ellas es la existencia de Dios incluso qué es Dios podría ser otra. Son caminos en los que la Ciencia no tiene mucho para aportar y creo no debería inmiscuirse. No quiero decir con esto, que aquellos que tengan la certeza de tener una respuesta sobre estas preguntas estén navegando por un error, pero tampoco una Verdad. La opinión es muy valiosa, incluso en las manos correctas puede corregir un rumbo. Más nunca será más que eso, solo una opinión. Doy un paso más, creo que son inofensivas las creencias como la Astrología, la Ufología o cualquier religión (salvo contadas excepciones más que obvias e incompatibles con la vida en paz). Yendo más profundo, creo que es bueno que cada vez más, podamos vivir en plenitud conforme a nuestras creencias.

Está claro, que el peligro empieza cuando se confunde la Verdad con la opinión. Más mares de tinta se han derramado hablando de las batallas y las muertes estériles que han provocado las opiniones disfrazadas de verdad. Sobre este punto, solo pretendo reflejar una opinión expresada por Carl Sagan en la década de los 70’, cuando nos mostraba una foto de nuestro planeta a cinco mil millones de kilómetros de distancia. Creo que si pudiéramos experimentar la pequeñez de nuestra existencia, entenderíamos la infertilidad de nuestras guerras.

¿Conclusión?

Es evidente, que después de todo lo dicho sería contradictorio acercarles una conclusión. Lejos de eso, quisiera brindarles una reflexión, con la cual pueda manifestar mi intención a la hora de escribir estas líneas que nadie pidió.

La humanidad, según mi perspectiva, es conducida por el poder falaz que radica en las opiniones. Creo que vivimos en un autoritarismo disfrazado de Democracia en el que se nos acercan opiniones como verdades y son cuestionadas las verdades como opiniones. Es así como podemos llegar a dudar sobre la forma esférica de la Tierra, cuestionando así cientos de años de consenso científico. Y esa duda infundada, tiene que convivir con familias y amigos que se separan irremediablemente por opiniones políticas mundanas.

Si no viste la contradicción en esa última oración, te sugiero vuelvas al principio de este documento indefinidamente hasta que la veas.

Entonces mi conclusión es más una solicitud que una garantía. Dejemos de alejarnos por opiniones y abracemos lo insondable de la verdad. Vivamos en paz dentro de las pocas verdades que tenemos y apreciemos lo maravilloso del mundo de la exploración y la investigación.